Me encanta, tener una idea, de pronto, no pensarla y plasmarla en un mensaje. Alé! ya está mandado, te imaginas si de repente los astros se confabulan y me dijera que sí?
Era miércoles, sentada en la sala de reuniones en Puerto Lumbreras, mi coordinadora me dice que tiene dos entradas para la corrida del domingo, los rejones, con Pablo Hermoso de Mendoza. Me pregunta si me apetece ir ya que ella no puede, va a ver a Nadal a Madrid. Son en sombra. Desde cuando voy yo a otro sitio que no sea sol.
Todo dispuesto el domingo a las 6,30h. Ya era hora tener una cita!! Mensaje para todas la chicas, esta noche tenemos reunión: el domingo he quedado con Domingo. Ji ji
No me puse minifalda, pero si de blanco, sobre todo los botines de piel de serpiente que me sobreelevaban casi los diez centímetros que me dejé al nacer por destinos genéticos.
Dudé en el escote, no soy demasiado usuaria de ellos, pero éste, el la camiseta con el trazo plateado a juego con la puntera de los botines y el cinturón, sin olvidar el bolso, también plateado. Era el atuendo más conveniente. Ya desde esa noche tenía en la cabeza toda la convinación de blancos y plateados que llevaría. Para no mezclar demasiado y no parecer estridente usaría un pantalón vaquero. Increíble, sí, yo con vaqueros. El toque era "informal", dentro de la composición. Los pendientes, por supuesto, luminosos.
Intenté salir temprano, conducir relajada y buscar un aparcamiento próximo para no llegar con los gémelos y los cuadriceps engarrotados en intento de mantener el equilibrio.
Increíble, pero cierto, me despisté en la orientación y casi llego tarde. Aparqué más lejos de lo previsto y seguí el camino a pie.
Lástima que las losas amarillas no me guiaron por la ruta más próxima y me desvié más de lo previsto.
Siempre me emociona acercarme a la plaza y ver las colas. Busqué la puerta de entrada, y allí de pie, con su barbaza y las palmas hacia fuera estaba esperándome.
-" No se ha arreglado mucho", bueno será así. No lo cuestioné.
La plaza estaba a reventar, las corridas de rejones son más llamativas. El festejo es más espectáculo para aquellos que disfrutan de los caballos. Yo soy más una enamorada del toreo a pie del albero. De hecho, era mi primera corrida de rejones.
Estaba contenta, me resulta placentero estar sentada en el banco de piedra, rodeada de gente con neveras, pañuelos blancos, botas de vino, bocadillos de jamón, gorras y gafas de sol,con ganas de gritar OLÉ!! Aprovecho para reinvindicar la Fiesta Taurina tan entredicho en estos momentos. Qué siga la FIESTA!!
La cervecita del descanso acompañada de una crujiente y rellena empanadilla éstirando las piernas ayudó a mirarnos de frente. Bueno yo tuve que mirar un poquito más...
El cuarto toro de la tarde lo vimos a pie de la escalerrilla. Es lo que tiene estar en sombra, no puedes acceder a la grada si ha salido el toro por la puerta de chiqueros a la plaza. Te toca esperar para no molestar. Cuando terminó la faena, un vecino nos dio el paso diciendo: "dejen pasar a este matrimonio". Volví la mirada hacia tal adivino y me quede contemplando tal presagio...
Dios, no me lo puedo creer, se pone a chispear!! Sabeis lo que significa eso?
"si en la primera cita llueve, los enamorados se juraran amor enterno"
Me puse tan nerviosa que no podía levantarme. Tuve que pedirle que me diese la mano para salir de la grada. O quizá, pensé en pedírsela, no lo recuerdo.
La comida japonesa resultó exquisita, aún dominaba con gracil agilidad los palillos para mi deleite. Él con discreta torpeza o nerviosísmo se tiraba el helado encima del pantalón en repetidas ocasiones. Y eso que utilizaba la cuchara. Le pregunté si estaba nervioso, supongo que yo también lo estaría porque no recuerdo la respuesta. Con el tiempo he deducido que ni lo uno ni lo otro, sería pura casualidad. O fallo en el cubierto.
Le dije que me daba miedo la lluvia y el coche. Él con su acostumbrada sensatez y sosiego, me relajó: "no te preocupes, mientras llueve cenamos. En Murcia, las lluvias son breves". Respiré esta vez de forma diafragmática y cenamos, juntitos, en una mesa pequeña, enfrente el uno del otro.
En efecto, a la salida todo estaba seco, ni rastro de la tormenta. Pero sí había logrado su efecto, sin saberlo nos juramos amor enterno.
Me acompañó a buscar mi coche, aunque luego se arrepintió, el suyo estaba más cerca. Qué raro, no me dolieron los pies para nada. Y andaba a ritmo altito, no se fijó que me llevaba con la lengua arrastrando, pero yo mantuve el tipo. Qué gusto cuando me senté en el coche.
Lo acerqué al suyo y para llegar me equivoqué de calle. No sabía lo que le esperaba...
Me despedí rápida. Sentado en el asiento de copiloto le costaba salir de coche. Le deseé buena semana semana y me fui con la excusa de madrugar al día siguiente. Pero la sonrisa, me duró toda la semana, y la siguiente, y hasta hoy mismo.